sábado, 27 de abril de 2024

En el laboratorio de Frey Kaistos


Una vez que salió de la Sala de los Pactos, frey Kaistos se encaminó a su laboratorio. No había entendido nada: primero, por lo que le habían dicho, le iban a hacer preguntas, pero la realidad es que no le habían hecho ninguna; segundo, estaba aquel chambelán que no le había causado ninguna buena impresión; y tercero, había visto que tenía buena relación con frey Sabelior. Y para terminar, el mensaje del Abad.

Sin que se diera cuenta, el perro le había seguido. Había salido detrás de él en silencio y después de encaminarse detrás de él por el segundo piso del patio, subieron ambos las escaleras hacia las habitaciones de la torre. Al cabo del rato, ambos sintieron que Awlin se les había sumado y, cuando habían llegado al primer piso de la torre, vieron que la puerta estaba abierta y había alguien esperándoles dentro.

Al abrir la puerta, a Frey Kaistos se le iluminó la cara: era un viejo conocido, uno de sus compañeros del Gran Monasterio de Os. 

- Arturiano, ¡qué alegría volver a verte! - se dieron un fuerte abrazo. Arturiano, de mediana estatura, rubio y delgado, no había hecho votos, sólo había estudiado y posteriormente, se había dedicado al comercio. Se había casado y tenía ya 4 hijos. Se escribían con regularidad pero desde que el monje había abandonado Os no habían vuelto a verse. Era lo que cualquiera llamaría un ratón de biblioteca. Siempre le habían encantado los juegos de palabras y los mensajes cifrados, aunque a decir verdad siempre lo habían sido sólo como pasatiempo.

martes, 23 de abril de 2024

La recuperación de Lasánides (y 2)



UndefinedDespués del frugal desayuno y antes de iniciar sus labores de estudio en la torre, Frey Kaistos decidió que iría a ver cómo estaban los convalecientes. Sin que su ausencia se hiciera notar de forma generalizada, porque había intentado (y logrado) pasar desapercibido, salió al patio central y miró hacia el cielo: los dos soles compartían el firmamento hoy con alguna nube poco importante.

Ya lo había pensado antes: el día era precioso pero las imágenes de la noche le impedían disfrutar de lo que veía. Si algo le había quedado claro después de aquel desayuno era que tanto frey Rilaus como frey Sabelior incansablemente intentaban expulsarle del ámbito de confianza del Abad, y claramente le habían hecho saber que tenían planes para más adelante. Estaba claro que el Abad no estaba muy de acuerdo con esos planes, aunque se había limitado a ignorarles y a hablar de otras cuestiones mucho más prosaicas como el precio del trigo o la necesidad de que llegasen pronto los nuevos hermanos, una vez que hubieran terminado sus estudios reglados.

domingo, 21 de abril de 2024

La junta del monasterio

Monjes medievales en el refectorio

La puerta lateral se volvió a abrir y entró un soñoliento hermano portero seguido de otros dos hermanos muy jóvenes que acababan de llegar al monasterio. Aún no tenían muy claro todos los horarios y quehaceres, por lo que les habían dado, como era costumbre, las tareas más fáciles. Una de ellas era ayudar al hermano portero a abrir el templo por la mañana y cerrarlo por la tarde, así como a mantenerlo en orden durante el día.

Frey Kaistos, consciente del efecto que la escena que tenían delante podía causar en seres impresionables, poco viajados, menos experimentados y medio dormidos, les dio el alto. Tenía que avisarles, pero sobre todo, alguien tenía que ir a avisar a los monjes que constituían la llamada junta que gobernaba aquel lugar: el Abad, el monje tesorero, el monje primer bibliotecario y el monje curadario, el encargado de los establos y otros animales, incluidos las palomas y los búhos. A todos ellos se añadía el hermano vigilante, encargado del mantenimiento del orden en la comunidad, no sólo entre los que vivían en el monasterio sino también con los fieles y otros visitantes. El Abad mantenía su suprema autoridad sobre todos ellos, pero aún así, al Abad, al menos a este en concreto, le gustaba oír a los demás y tomar la decisión que fuera, estando seguro de la decisión tomada. Quizás aquello alargase la toma de decisiones pero prefería ser prudente, en especial en cuestiones complicadas. Al fin y al cabo, todos en el monasterio dependían de que las decisiones que se tomaran fueran las correctas. Incluso los fieles y los monasterios y pequeños lugares de oración dependientes en su área de influencia también dependían de la oportunidad de aquellas.

jueves, 18 de abril de 2024

La piel de la serpiente

 

Frey Kaistos sabía que, aunque se diera prisa, no iba ya a poder evitar nada de lo que alguien había planeado cuidadosamente. Estaba claro que alguien sabía cómo funcionaba aquel templo y también el monasterio, pero lo que no entendía es qué había podido alguien querer allí. No eran sus experimentos, porque ni siquiera había intentado ir al monasterio, así que habría que saber qué había en el templo que había motivado el ataque.

Salió del departamento con el inmenso perro al lado y tomó el camino que le llevaría a una puerta lateral del templo utilizada sobre todo por los monjes para sus actos religiosos en comunidad.

Oyó un ruido extraño y se volvió: venía del palomar. Significaba desviarse de su objetivo pero no veía a nadie a quien pudiera mandar a ver qué estaba pasando así que se volvió y echó a correr hacia la puerta del pequeño edificio donde los monjes (más bien, los hermanos que aún no habían jurado los 4 votos: pobreza, obediencia al Abad, castidad y fidelidad al Imperio) criaban las palomas que entrenaban para la comunicación. La puerta estaba entreabierta y de allí salía una luz verdoso amarillenta que extrañó al monje e hizo ladrar furiosamente al perro. 
 

miércoles, 17 de abril de 2024

La recuperación de Lasánides

El guardián había vomitado reiteradamente durante más de dos horas. El cuerpo le había temblado por la fiebre y su calva estaba cubierta de un sudor frío. El monje lo miraba con preocupación: le había puesto sucesivas toallas en la frente mojadas en agua fresca para intentar bajarle la fiebre, pero, en general, su estado no había mejorado mucho.

Frey Kaistos

Había intentado averiguar qué era lo que le habían dado pero había dos ingredientes por lo menos que desconocía: aquello quería decir que lo habían traído desde algún lugar lejano porque estaba muy familiarizado con las plantas dentro de las fronteras y  no se parecían a ninguna de ellas.

Mientras pensaba se estiraba un mechón de pelos  de la barba: era evidente que algo muy grave había pasado aquella noche y ahora además, la criatura del sótano estaba muy nerviosa: no sabía qué había pasado pero tenía que haber sido realmente grave para poner al único guardia (aunque fuera formidable) en aquel estado. Pocos podían detectar que algo había pasado pero había percibido a la criatura desde que llegó al convento hacía ya 16 años y acababa por detectar sus estados de ánimo.

Recordó el momento en el que recién terminados sus estudios, tanto reglados como complementarios, en el Gran Monasterio de Os, llegó a este, bastante más pequeño: la medicina era su fuerte pero durante aquellos años había aprendido otras cuestiones que le habían sido de mucha ayuda en el monasterio y fuera de él, principalmente lo relacionado con la mezcla de plantas y sus efectos en la salud, y otros que le aburrían sobremanera, como protocolo y genealogía. Sin embargo, había comprendido pronto que, aunque le aburrieran, y debido a la posición de su Orden dentro del Imperio, esos conocimientos le eran necesarios.

martes, 16 de abril de 2024

La pesadilla del guardián calvo

La entidad, asustada como estaba, tardó aún un rato en salir de su escondite y, cuando lo hizo, fue con mucha cautela porque su "encuentro" con la serpiente le había confirmado que era mucho más que su terrorífico aspecto.

Se pegó a la pared como si quisiera fundirse con ella de forma que pudiera percibir con mucha más nitidez todo lo que pasaba y se dio cuenta de que el gato, después de terminar su festín, dormía plácidamente. Al menos, había alguien a quien su encuentro con la serpiente no le había modificado su vida. "Al menos de momento", oyó dentro de sí. Y tuvo que asentir.

Siguió moviéndose con cuidado a través de los túneles, sin necesitar luz alguna a través de la interminable oscuridad y sintió que la monstruosa serpiente estaba ya cerca de la nave principal. Pronto descubriría lo que había pasado... y sabría que había estado en lo cierto cuando pensó que había alguien más y que ese alguien no era un simple gato.

Así que intentó moverse un poco más deprisa pero aún así no estaba nada seguro de qué estaba pasando y eso era lo que le preocupaba más de todo. Tampoco creía que el calvo fuera a solucionar nada, ni siquiera siendo grande, fuerte y musculoso como era (aunque le llamaba gordo a veces para reírse de él, no era realmente así y ni siquiera era alguien de quien debiera reírse, pero le apetecía simplemente). Aquel calvo había protagonizado hazañas que eran de dominio público, razón por la que todo el mundo se había sentido sorprendido de que fuera a vigilar aquel templo. Sí, es cierto, los monjes que lo habitaban eran importantes en aquel territorio, pero allí iba a tener pocas ocasiones de luchar contra gente realmente despreciable... O eso era la creencia generalizada.

lunes, 15 de abril de 2024

La serpiente del corredor

 

 

La cabeza gigantesca de la monstruosa serpiente se asomó a través del hueco del túnel de la izquierda. Tan gigantesca era que prácticamente llenaba la mitad del hueco del túnel. Si su cuerpo era proporcional a esa cabeza, aquello tenía que ser el terror de cualquier ser vivo. Y también de la criatura del sótano...

Pero entonces, lo percibió claramente: esa serpiente no era sólo un ser vivo monstruoso sino que había algo en ella maligno, que era lo que la criatura había percibido desde un principio.

La serpiente evaluaba la pequeña habitación en la que desembocaban ambos túneles. Para ello, incansablemente sacaba y metía su lengua bífida pero calmadamente, como si supiera que habría pocas criaturas que osaran enfrentarse y aún menos ganarla.

De repente, habló con una voz melodiosa y aterciopelada pero amenazante que hubiera aterrorizado al más valiente:

domingo, 14 de abril de 2024

En el túnel de los dos ojos / In the two-eyed tunnel

 

 La entidad que vivía en los sótanos del templo se deslizó por la red de túneles que conocía tan bien hacia el dormitorio del guardián. Arriba, no percibía nada más que el silencio. Parecía que la otra entidad había desaparecido aunque después de sentir su presencia y el miedo que había experimentado, aquella falta de ubicación de aquel ser en aquel lugar que conocía tan bien, lo preocupó aún más.

En el fondo la criatura de los sótanos era más juguetona que otra cosa, aunque su impulso territorial le impelía a actuar como había hecho: si eras desconocido, era mejor que no invadieras lo que consideraba que eran sus dominios. Pero su intención no era hacer daño, sólo defender lo que había sido su casa desde el inicio de la Segunda Época.

Llegó a un túnel donde el camino se bifurcaba y volvió a sentir el mismo terror que antes. La sensación fue tan fuerte que entendió el nerviosismo de los asaltantes humanos al no estar seguros de a lo que se tenían que enfrentar. En el túnel del lado izquierdo, una luz mortecina empezó a hacerse notar. La entidad sabía que aquella luz no había estado nunca allí: aquel túnel era oscuro incluso cuando los soles resplandecían en un verano caluroso porque hasta aquella profundidad poca luz llegaba. 

Deslizándose por los sótanos / Sliding through the basements

 Imagen

El primer asaltante entró por la apertura que había tardado menos de media hora en abrir en aquella parte del muro que ya estaba desgastado por el paso del tiempo. No era muy grande pero era suficiente para que entrara un hombre sin dificultad por ella. El que diera a una calle poco concurrida y además fuera de noche favorecía lo que estaban a punto de hacer. Querían entrar en aquel recinto sagrado y profanarlo: como cuando los perros marcan su territorio, querían señalar que aquello era ya su terreno y que, por tanto, iban a empezar a imponer sus leyes.

El asaltante sonrió para sus adentros: no había nadie a la vista porque aquel lugar quedaba solo por la noche y cabía la posibilidad de llegar a la puerta principal sin ser vistos, para abrirla y poder dejar entrar a los que les esperaban fuera, en la puerta más grande de aquella (impresionante) construcción.

El caminante en la gruta del anciano

-  Pensando en los bandidos, el caminante sólo oyó el quejido cuando ya estaba muy cerca. Cuando cuidadosamente se acercó, intentando no ser...