21 abril 2024

Capítulo VII: La junta del monasterio

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Foto de Pexels.


La puerta lateral se volvió a abrir y entró un soñoliento hermano portero seguido de otros dos hermanos muy jóvenes que acababan de llegar al monasterio. Aún no tenían muy claro todos los horarios y quehaceres, por lo que les habían dado, como era costumbre, las tareas más fáciles. Una de ellas era ayudar al hermano portero a abrir el templo por la mañana y cerrarlo por la tarde, así como a mantenerlo en orden durante el día.

Frey Kaistos, consciente del efecto que la escena que tenían delante podía causar en seres impresionables, poco viajados, menos experimentados y medio dormidos, les dio el alto. Tenía que avisarles, pero sobre todo, alguien tenía que ir a avisar a los monjes que constituían la llamada junta que gobernaba aquel lugar: el Abad, el monje tesorero, el monje primer bibliotecario y el monje curadario, el encargado de los establos y otros animales, incluidos las palomas y los búhos. A todos ellos se añadía el hermano vigilante, encargado del mantenimiento del orden en la comunidad, no sólo entre los que vivían en el monasterio sino también con los fieles y otros visitantes. El Abad mantenía su suprema autoridad sobre todos ellos, pero aún así, al Abad, al menos a este en concreto, le gustaba oír a los demás y tomar la decisión que fuera, estando seguro de la decisión tomada. Quizás aquello alargase la toma de decisiones pero prefería ser prudente, en especial en cuestiones complicadas. Al fin y al cabo, todos en el monasterio dependían de que las decisiones que se tomaran fueran las correctas. Incluso los fieles y los monasterios y pequeños lugares de oración dependientes en su área de influencia también dependían de la oportunidad de aquellas.

Una vez que los dos más jóvenes, llamados Arbis y Eilos, salieron simplemente con el mensaje urgente de que la junta debía ir al templo, aunque no hubieran terminado de desayunar, quedaron el hermano portero, Jaryon, un hombre enjuto y bajito, que nunca desatendía sus obligaciones y poco dado a las supersticiones, con Frey Kaistos y el inmenso perro negro. La entidad, al ver al portero, se había ido a esconder a uno de los recovecos que había en uno de los relieves del techo: aquel portero carecía de sentido del humor.

- ¿Qué es lo que ha pasado?

- No sé, hermano Jaryon, algo tremendo ha ocurrido: el guardián nocturno, Lasánides, ha sido atacado por dos seres enanos que sólo puedo describir como muy raros, que le han dado un veneno que no lo ha matado de milagro. Y ahora tenemos aquí esta piel de serpiente absolutamente gigantesca que, como vemos, ha podido llegar hasta aquí: no sabemos cómo ha entrado ni qué ha venido a hacer. De hecho, hay ciertos destrozos pero no son proporcionales a su tamaño. A ello se añade el gigantesco huevo de la misma especie que esta serpiente que hemos encontrado en el palomar: lo ha partido Tunadros, el hermano herrero, pero le ha salpicado parte de su líquido viscoso y lo he mandado a la enfermería.

- Entiendo. ¿Lasánides ha mejorado?

- Sí, ese hombre es muy fuerte. Pero eso no quiere decir que no le hayan dado algo peligroso -entonces, lo miró fijamente, para que entendiera lo que le iba a decir-. Jaryon, le han dado algo, en cuya composición hay dos sustancias que no he podido determinar. Pienso en todo lo que ha pasado, al menos, lo que yo sé, porque puede que hayan pasado más cosas de las que no sé nada, y sólo me queda una duda: no entiendo por qué se han molestado tanto. Qué puede haber aquí que les interese tanto como para tomarse tantas molestias.

El portero era difícilmente impresionable, pero, aún así, las palabras del monje lo preocuparon: como científico que hacía experimentos, no era dado a las exageraciones ni a las extravagancias. Entendía su preocupación, incluso su miedo. 

- Si han envenenado a Lasánides, eso quiere decir que la serpiente ha llegado por los túneles. ¿Cómo ha dejado un huevo en el palomar?

- Esa misma pregunta me la he hecho yo. Los túneles, mucho más antiguos que el monasterio, no llegan a esa parte que es mucho más nueva. Así que, o ese monstruo ha ido por el jardin a poner ese huevo o bien hay un cómplice en el convento. Cualquiera de ambas posibilidades es preocupante y coloca a esta comunidad en una situación muy peligrosa. Si ha entrado una vez, puede entrar más veces: ahora ya sabe cómo y, si esta vez, le ha sido fácil, me da escalofríos sólo de pensar qué hará la próxima vez.

- Estoy de acuerdo. Hay pocos cerrojos que puedan resistir a una serpiente de este tamaño -añadió, preocupado-. ¿Qué crees que le pasará a Tunadros?

- Ni idea, no soy especialista en ese tipo de líquidos, pero teniendo en cuenta el color y el olor y, sobre todo, que es tremendamente corrosivo, habrá que ver qué evolución tiene. He mandado que le den un ungüento que hemos hecho pero no lo he probado antes y no sé si funciona o si, por ejemplo, pudiera no ser efectivo en este caso o, aún peor, tener efectos secundarios. Me lo ha mandado un colega con el que coincidí en Os y, según él, funciona. Me hubiera gustado probarlo antes de usarlo con nadie pero me llegó hace menos de un decenil (1) y he estado ocupado con otras cosas porque no me podía imaginar que esto fuera urgente

- Veremos cómo evoluciona esto -se volvió y miró a Frey Kaistos-. Necesitaría saber vuestras conclusiones, quiero saber a qué nos vamos a enfrentar en las puertas en las próximas semanas.

- Jaryos, sea lo que sea lo que decidan, de lo que me entere, te voy a tener al corriente. No nos puede coger desprevenidos, porque volver, va a volver. No sé si el mismo ser o será otro distinto, pero no van a parar hasta encontrar lo que buscan.

El portero acarició la cabeza del perro, mientras decía:

- Mal aspecto, muy mal aspecto tiene esto. Me voy a abrir la puerta trasera y a mandar a alguien para que salga y hable a los que están fuera. Tendrán que esperar a que podamos abrir.

Salió del templo echando un último vistazo a la gigantesca piel y Frey Kaistos y el inmenso perro volvieron a quedarse solos dentro. El monje se sentó en el suelo con las piernas cruzadas y comenzó a rezar las oraciones de la mañana, mientras Awlin, muy desconfiado de lo que fuera a pasar a continuación, salía de su escondite pero quedaba lejos y de nuevo escondido en otro orificio a ras de suelo. El perro ni se inmutó, tumbado como estaba con la cabeza sobre una de las patas delanteras, se estiró un poco más, sabiendo que la espera iba a ser un poco larga. Así estaban cuando los miembros de la junta, bastante enfadados por haberse tenido que levantar mientras tomaba el desayuno, se presentó en el templo.

El Abad, que conocía a Frey Kaistos y le apreciaba después de largas conversaciones sobre cuestiones diversas que le habían entretenido y distraído bastantes tardes de la estación más fría cuando poco más se podía hacer, suponía que había pasado algo gravísimo. Pero no todos estaban conformes con la confianza del Abad. En particular, y en primer lugar, se oponía firmemente al científico y lo despreciaba el monje tesorero, un hombre entrado en carnes que varias veces había tenido que ponerse a régimen porque hacía poco ejercicio llamado Frey Rilaus: no había disimulado que juzgaba demasiado elevado el coste de alguno de los experimentos que había llevado a cabo y, especialmente, los de las obras para reconstruir tres veces su aposento en la torre. Le habían dicho que nadie podía haber previsto los resultados desfavorables de determinados experimentos, pero estaba convencido de que el científico disfrutaba viendo cómo se le hinchaba la vena que tenía en la frente cada vez que le informaban del coste de una nueva reparación.

Tampoco apreciaba mucho al científico el monje primer bibliotecario, Frey Sabelior, después de que le hubiesen dado permiso para poder comprar algunos volúmenes para su aposento que, aunque no se habían destruido, no bajaban nunca a la biblioteca común y había que subir todas las escaleras de la torre sur para poder leerlos. El Abad le había dicho que esos libros no iban a ser consultados de forma regular más que por el Frey y los dos o tres monjes o hermanos que le ayudaran. Eso era cierto, pero le habían quitado esos libros a su biblioteca, aunque en puridad nunca los había tenido. Aún así, ansiaba el poder sobre los libros, incluso aunque no los fuera a leer y, en secreto, odiaba al Abad por habérselo permitido.

Había poca pérdida: en cuanto entraron, vieron al Monje sentado en el suelo orando en silencio y a pocos metros de él, en el medio casi de la gran nave la gigantesca piel del monstruo. Cualquier riña que alguno hubiera sentido que debía iniciar murió a la vista de aquello. El Abad se adelantó y con el bastón que llevaba dio suavemente a Frey Kaistos en un hombro, quien abrió los ojos y, ágilmente, se levantó del suelo.

- Entiendo que nos hayáis hecho llamar. Los hermanos, que no se han mostrado muy dispuestos a volver, algo que no me extraña, nos han dicho que habían pasado más cosas raras.

- Lamentablemente sí: Lasánides ha sido envenenado con una sustancia de la que no he conseguido averiguar qué dos ingredientes extranjeros la componen (los de aquí sí los sé y los he estudiado, por eso deduzco que son extranjeros) y, aunque ya ha recobrado la consciencia, está aún muy débil. Y, por otro lado, ha aparecido un huevo de este mismo tipo de serpiente en el palomar, que he sacado y Tunadros ha partido: le he mandado a la enfermería porque le ha saltado algo del líquido y es conveniente que le traten.

- Esto hay que tratarlo en la Junta -dijo enseguida el bibliotecario, intentando excluir al monje científico de la reunión.

Frey Kaistos no se opuso: hizo una seña al perro para irse pero fue el Abad el que le detuvo.

- No, eres el único que sabe lo que ha pasado. Podemos tener dudas que necesitan resolverse y estoy seguro que que hay gente aquí que va a necesitar que se las conteste.

- Freyo Abad -dijo inclinándose-, no me opongo a contestar las dudas que tengáis pero es mejor que habléis entre vosotros y si tenéis dudas me las preguntéis y, entre tanto, yo pueda ir al menos a por un poco de desayuno

- Sí, quizás esa es una buena solución. Bien, aquí tampoco vamos a hacer nada nosotros, así que vamos a volver al comedor y luego vamos a ir a la Sala de los Pactos para tomar las decisiones que correspondan. Hay que ver cómo podemos limpiar esto además, igual que lo del huevo que nos has contado. Y hay que comprobar qué otros desperfectos hay, túneles incluidos.

Salieron al patio central y vieron a lo lejos un búho imperial mensajero que venía hacia ellos o, más específicamente, hacia el Abad. 

- Malas noticias, seguro -dijo el hermano vigilante, bajo y fornido, Frey Tinodar, que se ocupaba de mantener el orden en la comunidad. 

- Yo también lo creo, respondió el Abad, teniendo en cuenta lo que hemos visto.

El gran pájaro descendió y se posó en un gran manzano que había a unos 20 metros de la salida del templo. Después voló un poco más y entregó un rollo lacrado al Abad, que lo abrió y, después de leer su contenido, puso una cara aún más preocupada.

- Es del Gran Maestre del Monasterio de la capital imperial, Askanides. El Emperador acaba de morir, parece que sus hijos van a disputar el trono al heredero.

Habló de nuevo Frey Tinodar:

- No hay que descartar que lo que ha pasado aquí hoy no sea una parte de esa guerra en ciernes.

- La nota trae un aviso escrito de prisa y corriendo: me dice que han pasado allí cosas extrañas y que un explorador del ejército informó de que se habían hecho avistamientos de diversas criaturas gigantescas en zonas que nunca las habían visto antes. Añade ¡cuidado! escrito en mayúsculas.

Frey Litoep, el hermano curadario que se encargaba de todos los animales que vivían en aquella comunidad, añadió:

- Hay que revisar las estancias inferiores y comprobar cómo ha podido entrar. Y hay que reforzar las puertas y la vigilancia de los animales. Eso de inmediato. Después podemos empezar a hablar sobre otras medidas, porque no parece que esto haya sido un ataque aislado según la carta que acabamos de escuchar.

El Abad, pensativo, dijo:

- Tengo que contestar a esta misiva. Vamos primero a terminar de desayunar y una vez que hayamos sabido y meditado lo que aquí ha pasado, procederemos a tomar esas medidas y otras y yo a remitir una misiva a todos aquellos a quienes haya que alertar

La comitiva continuó andando hacia el comedor: el que los soles hubieran salido e hiciera un maravilloso día no hizo que la preocupación del grupo disminuyese: incluso los más opuestos al científico, habían permanecido callados porque veían la gravedad de la situación y no podían sacar provecho de ella. El futuro, por primera vez, en muchos años, aparecía incierto: ni siquiera se sabía a qué se estaban enfrentando. Algo sí tenían claro, aunque ninguno lo hubiera expresado en voz alta: ningún hijo del Emperador tenía poder para llamar a esas criaturas.

La imagen la he tomado de aquí.

(1) diez días. No existe en español, es una palabra inventada derivada del término deceno.

 

Este capítulo ya puede escucharse en el podcast en Substack:

Capítulo VII: La Junta del Monasterio por Mercedes

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O en Ivoox.

 

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Chapter 7: The Monastery Board:

The side door opened again, and a sleepy porter brother entered, followed by two other very young brothers who had just arrived at the monastery. They were still not very clear about all the schedules and chores, so they had been given, as usual, the easiest tasks. One of them was to help the brother doorkeeper open the temple in the morning and close it in the afternoon, as well as to keep it in order during the day.

Fra' Kaistos, aware of the effect that the scene in front of them could have on impressionable, little-traveled, less experienced, and half-asleep beings, stopped them. I had to warn them, but above all, someone had to go and warn the monks who made up the so-called board that governed the place: the abbot, the monk-treasurer, the monk-first librarian, and the monk healer, the keeper of the stables, and other animals, including pigeons and owls. To all of them was added the brother watchman, in charge of maintaining order in the community, not only among those who lived in the monastery but also with the faithful and other visitors.The Abbot maintained his supreme authority over all of them, but even so, the Abbot, at least this one in particular, liked to listen to the others and make whatever decision it was, being sure of the decision made. Perhaps this would lengthen the decision-making, but he preferred to be cautious, especially on complicated issues. After all, everyone in the monastery depended on the decisions being made to be the right ones. Even the faithful and the monasteries and small places of prayer dependent on their area of influence also depended on the opportunity of the ideas people proposed.

When the two youngest, named Arbis and Eilos, had gone out simply with the urgent message that the board must go to the temple, even though they had not finished breakfast, only the brother porter, Jaryon, a lean, short man, who never neglected his duties and little given to superstitions, remained there with Fra' Kaistos and the huge black dog. The entity, seeing the porter, had gone to hide in one of the nooks and crannies in one of the reliefs on the ceiling: that porter lacked a sense of humor.
 
- What happened? 
 
- I don't know, Brother Jaryon, something terrible has happened: the night watchman, Lasanides, has been attacked by two dwarven beings that I can only describe as very rare, who have given him a poison that has not miraculously killed him. And now we have here this absolutely gigantic snakeskin that, as we can see, has been able to get here: we don't know how it got in or what it came to do. In fact, there is some damage but it is not proportional to its size. To this we can safely add the gigantic egg of the same species as this snake that we have found in the dovecote: Tunadros, the blacksmith brother, has broken it, but he was splashed by part of its viscous liquid and I have sent him to the infirmary
 
-I understand. Has Lasánides improved?
 
- Yes, that man is very strong. But that doesn't mean he wasn't given something dangerous." - Then he stared at the porter, so he really understood what she was going to say-. Jaryon, Lasánides has been given something, I can't really know all the substances it was made with: in fact, there are two of them that I don't know anything about.The more I think about what I know that has happened tonight, because there may have been more things that I know nothing about, the more I can't understand what they are so interested in. That is, what do we have here, that interests them so much as to take so much trouble
 
The doorman was hardly impressionable, but even so, the monk's words troubled him: as a scientist who made experiments, he was not given to exaggerations or extravagances. He could understand his concern, even his fear.
 
 - If Lassanides have been poisoned, that means the serpent has come through the tunnels. How could it leave an egg in the dovecot? 
 
- I've asked myself the same question. The tunnels, much older than the monastery, do not reach that part which is much newer. So, either that monster has gone through the garden to lay that egg, or we have a mole in here. Either possibility is worrisome and puts this community in a very dangerous situation. If you've been able to get in once, you can get in more times: now you know how, and if the first time it was so easy for you, it gives me chills just thinking about what they'll do next time.
 
-I agree. There are few bolts that can resist a snake of this size," he added, worriedly. What do you think will happen to Tunadros? 
 
- I have no idea, I'm not a specialist in this type of liquid, but taking into account the color and smell and, above all, that it's tremendously corrosive, we'll have to see how he evolves. I've had an ointment given to him that we've made but I haven't tried it before and I don't know if it works or if, for example, it might not be effective in this case or, even worse, have side effects. It was sent to me by a colleague with whom I coincided in Os and, according to him, it works. I would have liked to try it before using it on anyone, but it came to me less than a ten days ago and I've been busy with other things because I couldn't imagine this being so urgent.
 
- "We'll see how this plays out then". He turned and looked so worried at Fra' Kaistos. "I would need to know your conclusions, I want to know what we are going to face at the gates in the coming weeks"
 
-"Jaryos, whatever they decide, whatever I find out, I'm going to keep you updated. It can't catch us off guard, because coming back, it's going to come back. I don't know if it's the same being or if it's a different one, but they won't stop until they find what they're looking for". 
 
The porter stroked the dog's head, saying:
 
- "This looks bad, really bad. I'm going to open the back door and send someone out and talk to those outside. They'll have to wait until we can open". 
 
He came out of the temple, taking a last look at the gigantic skin, and Fra' Kaistos and the huge dog were once again left alone inside. The monk sat cross-legged on the ground and began to say the morning prayers, while Awlin, very suspicious of what was going to happen next, came out of his hiding place but remained far away and again hidden in another hole at ground level. The dog didn't even flinch, lying as he was with his head on one of his front legs, he stretched a little more, knowing that the wait was going to be a bit long. That's how they were when the members of the board, quite angry at having to get up while eating breakfast, showed up at the temple.
 
The Abbot, who knew Fra' Kaistos, and liked him after long conversations on various subjects, which had entertained and distracted him many evenings from the colder season when little else could be done, supposed that something very serious had happened. But not everyone was satisfied with the Abbot's confidence. In particular, and in the first place, the scientist was strongly opposed and despised by the monk-treasurer, a very fat man who had been forced to go on a diet several times because he had done little exercise, named Fra' Rilaus. He was specially angry with the cost of the works to rebuild the scientist's chamber in the tower three times! He had been told that no one could have foreseen the unfavorable results of certain experiments, but he was convinced that the scientist enjoyed watching the vein in his forehead swell every time he was informed of the cost of a new repair.

Nor did the first librarian, Fra' Sabelior, think much of the scientist after the latter had been given permission to buy some volumes for his room, which, although they had not been destroyed, never went down to the common library, and all the stairs in the south tower had to be climbed in order to read them. The Abbot had told him that these books were to be consulted on a regular basis only by the Fra' and the two or three monks or brothers who would help him. That was true, but those books had been taken from his library, even though he had never had them. Still, he craved power over books, even if he wasn't going to read them, and secretly hated the Abbot for allowing Fra' Kaistos to do so.

The giant snake skin couldn't be missed: as soon as they entered, they saw the Monk sitting on the ground praying silently, and a few feet from him, almost in the middle of the great ship, the gigantic skin of the monster. Any quarrel that any one might have felt he should start died at the sight of it. The Abbot stepped forward, and with the cane he carried, struck Fra' Kaistos gently on the shoulder, who opened his eyes and nimbly rose from the ground. 
 
- "I understand why you have called us. The brothers you sent for us, who, unsurprisingly, were not very willing to return, told us that more strange things have happened".

-"Yes, unfortunately: Lassanides has been poisoned with a substance of which I have not been able to find out the two foreign ingredients they have added (I do know the ones here and I have studied them, so I deduce that the ones I don't know anything about are foreign) and, although he has already regained consciousness, he is still very weak. And, on the other hand, an egg of the same type of snake has appeared in the dovecote, egg that Tunadros has taken out: I have sent him to the infirmary because some of the liquid has leaked out on him and it is convenient ha has the right treatment". 
 
-"This must be discussed by the Board," said the librarian at once, trying to exclude the scientific monk from the meeting.

Fra' Kaistos did not object: he beckoned the dog to leave, but it was the Abbot who stopped him. 
 
- No, you're the only one who knows what's happened. We may have questions that need to be answered and I'm sure there are people here who will need them answered
 
-"Fra'o Abbot," he said, bowing, "I am not opposed to answering any questions you may have, but it is better that you talk to each other, you can ask me your questions later, and in the meantime I may go and have a little breakfast."

-"Yes, maybe that's a good solution. Well, we're not going to do anything here either, so we're going to go back to the dining room and then we're going to meet in the Covenant Room to decide what we are going to do next. We have to see how we can clean this up, and the egg you told us about. And we also have to check what other damage there is, without forgettin the tunnels". 
 
They went out into the central courtyard and saw in the distance an imperial messenger owl coming towards them or, more specifically, towards the Abbot.

- "Bad news, for sure," said the short, stocky watchful brother, Fra' Tinodar, who was in charge of maintaining order in the community. 
 
- "I think so, too," replied the Abbot, in view of what we have seen
 
The great bird descended and perched on a large apple tree about 20 meters from the exit of the temple. Then he flew a little farther and handed a sealed scroll to the Abbot, who opened it and, after reading its contents, made an even more worried face.

"It is from the Grand Master of the Monastery of the imperial capital, Askanides. The Emperor has just died, it seems that his sons are going to dispute the throne of the heir". 
 
Fra' Tinodar spoke again:
 
- It should not be ruled out that what has happened here today is not a part of that war in the making
 
- The note comes with a written warning written in a hurry: it tells me that strange things have happened there too and that an army scout reported sightings of various gigantic creatures had been made in areas that had never seen them before. They have added "careful" written in capital letters
 
Fra' Litoep, the priest who took care of all the animals living in the community, added: 
 
- We can't spend a lot of time speaking as there is a real need to check the lower rooms and investigate how they have been able to enter here. The gates should be fortified and and the surveillance of the animals must be strengthened. Then we can start talking about other measures, as it seems this is not an isolated attack.

The abbot, thoughtful, said: 
 
- I have to reply to this letter. Let's finish breakfast first, and once we've learned and thought about what has happened here, we'll proceed to take these measures and others, and I'll send a letter to all those who need to be alerted
 
The procession continued walking towards the dining room: the fact that the suns had risen and it was a wonderful day did not diminish the concern of the group: even those most opposed to the scientist had remained silent because they saw the seriousness of the situation and could not take advantage of it. The future, for the first time in many years, seemed uncertain: no one even knew what they were facing. One thing was clear to them, even if none of them had said it out loud: no son of the Emperor had the power to call any of the giant beasts that had appeared.

2 comentarios:

  1. La trama se complica, Mercedes. Seguiré pendiente del desarrollo.
    Un fuerte abrazo :-)

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    Respuestas
    1. Sí, van saliendo más personajes. Tengo que colgar hoy y mañana algunas cositas más, a ver si me da tiempo. El fin de semana, además, tengo que actualizar las páginas del orden de lectura y de personajes que están incompletas... 🖋️📖
      Abrazos. 🤗

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