Awlin estaba a punto de alcanzar a los ya fugitivos por los túneles, cuando oyó ruido de pasos, procedentes de otro túnel a la derecha. Eran varias personas y no, aquellos no eran las crías de serpientes que aún estaban algunos metros por detrás. ¿Habrían descubierto los criados de aquella cosa de la voz plateada que se habían escapado y por dónde iban? Entonces, prestó atención y le pareció que las primeras pisadas eran de alguien conocido... Pero daba igual: las crías de serpientes eran ya visibles al fondo de esa parte del corredor y debía darse prisa para avisar a Frey Kaistos y a los demás.
Se apresuró entonces y los alcanzó enseguida... Para ser más exactos, alcanzó la zona donde les detectó por última vez: el túnel se ensanchaba y daba lugar a una especie de sala, con distintas irregularidades en las paredes. Además, de la apertura por la que todos habían entrado, podían verse otras dos: una, tapada por una gruesa puerta de madera que tenía una apertura para llave grande y dos grandes cerrojos, uno a la altura de los ojos de un humano normal y otro, más o menos a la altura de las rodillas. El color oscuro de la madera hacía que con la poca luz del túnel, fuera prácticamente indistinguible de la piedra que había alrededor.
Sin embargo, detectó también que no había luz pero que en algún lugar de aquellas irregularidades estaban sus amigos, incluido Frey Kaistos, así que se dirigió hacia donde estaba, lo encontró y le dio en un hombro como acostumbraba cuando quería advertirle de algo. El hombre miró hacia donde estaba e hizo un gesto de afirmación con la cabeza. Sabía lo de las serpientes... Pero ¿y lo de los otros que venían hacia allí?
El siseo de las gigantescas crías se hizo más claro cuando entraron en aquella sala. Entonces, unas velas que los ya fugitivos habían mantenido tapadas proyectaron un haz de luz sobre las crías cuando quitaron la tapa que tenían. Los animales acusaron el cambio de claridad pero aún así siguieron hacia adelante.
Sólo entonces vieron que el embozado que había venido con ellos no se había escondido. Estaba parado a unos tres metros de la puerta guardada por cerrojos, con una espada desenvainada en su mano derecha esperando a atacar a aquellas dos crías de bocas muy grandes con afilados colmillos prestos a clavarse en cualquier enemigo... como, por ejemplo, en el embozado. Ambas crías miraron hacia aquella figura solitaria mientras se elevaban lo que más podían para comenzar el ataque cuando todo el mundo pudo oír el estruendo que provenía desde el túnel. Las crías, inseguras, se miraron entre ellas, momento en que el embozado aprovechó e hirió a una de ellas con un contundente tajo. La otra, sin embargo, aunque también había sido herida, lo había sido mucho menos: una heridita superficial. Pero aún quedaba mucho para vencerlas y ambas miraron aquella figura de nuevo y empezaron a descender con velocidad.
Pero el embozado fue mucho más veloz, se volvió y, viendo que se iban a abalanzar para aplastarle contra la puerta, se apoyó contra ella y se agarró como pudo al pomo de hierro bastante gastado. La fuerza de ambas hizo que la puerta se estallara y, al abrirse se vio que daba a un gigantesco desfiladero interno, del que no se hallaba a ver el fondo. Fue entonces cuando una lluvia de flechas llovió sobre las crías. La que estaba más herida se tambaleó y acabó cayendo por el precipicio. La otra, sin embargo, había oído el ruido de las flechas, silbando por el aire. Aunque nuevo para ella, advirtió el peligro y las esquivó, abalanzándose contra el lugar donde algunos estaban escondidos. El perro saltó para atacar a la serpiente, pero esta fue más rápida, aunque, al intentar evitar al perro, sufrió el picotazo del búho que volaba sin cesar alrededor de su cabeza.
El príncipe Erevin, que había saltado para enfrentarse a las serpientes si se volvían cuando les dispararon las flechas, vio que el embozado estaba colgado del pomo y con sólo el precipicio bajo sus pies. Así que se tumbó en el suelo y, dando impulso a la puerta para que volviera a su lugar anterior, cogió al embozado y lo entró a lugar seguro.
Entonces entraron en la sala Lasánides y los demás. Lasánides vio al príncipe en el suelo, intentando coger al embozado y que la serpiente se acercaba peligrosamente. Corrió ágilmente, mientras desenvainaba la espada, y se acercó a la bestia que ya se estaba imaginando el suculento festín.
Pero ante la poderosa espada de Lasánides, la cría tenía poco que hacer. De un tajo, la partió en dos. Una vez que comprobó que estaba muerta de verdad, se acercó un poco más y, con la parte roma de la espada, intentó volverla para verla bien la boca que había quedado debajo de la cabeza. No pudo, así que se bajó e intentó volverla pero sólo no fue capaz. Pronto, los dos novicios de la portería, Arbil y Eilos, se acercaron y le ayudaron a volverla. Mientras los perros, Uzi y Uzo, ahora ya juntos, fueron a olisquear el cuerpo muerto: era difícil que olvidaran el olor.
Lentamente, el resto se fueron acercando. Frey Kaistos observó con detenimiento a aquellas criaturas y dijo:
- Sí, no hay duda: son serpientes del desierto de Anahay. Esto confirma mis sospechas - le dijo a Lasánides-, esa gigantesca serpiente a juzgar por su piel puso huevos. Lo malo es que no sabemos cuántos más ha puesto. Si mis suposiciones son ciertas, el líquido de sus huevos es venenoso, así que no puedo dejar de preocuparme por Tunadros, que encima abrió el huevo sólo porque yo se lo pedí.
Estaba todo el mundo tan absorto en el cadáver de la serpiente que nadie reparó en la expresión de diversión que tenía el príncipe Erevin: el embozado era LA embozada y, por su forma de luchar, estaba claro que había sido entrenada para ello. No sabía su historia, pero sí que era una Orante. Aquello mejoraba por momentos: la aventura prometía ser muy divertida, porque la insignia que llevaba en la tela que la tapaba la cara significaba que no había aún hecho los votos. Por supuesto, no iba a ser él quien revelase el secreto.
De repente, el hermano que ayudaba en la biblioteca y en el laboratorio, Narusel, dio un grito mirando por el hueco de la puerta:
-Pero ¿nadie se ha fijado? Esto es el antiguo puente de Gärenul, el puente que contaba la leyenda que, el día que se encontrase, iba a señalar el comienzo de una nueva era. Con todas las veces que se ha intentado buscar...
Frey Kaistos se había aproximado a la puerta:
- Pues parece que la leyenda fue profética. Pero tenemos que ver cómo salir de los túneles... porque este puente está inservible.
Awlin le había vuelto a dar en el hombro derecho:
- Y pronto, porque parece que nos siguen - vieron todos que tanto el búho como los perros estaban intranquilos. Mientras que los humanos no oían ni escuchaban nada aún, era claro que los animales y Awlin sí los habían detectado.
- Hay algunos caminos que sólo conozco yo, aunque deberemos separarnos para que les sea más difícil dar con nosotros. Pero debemos alejarnos y llegar a un cruce de túneles que hay casi dos kms desde donde estamos. Seguidme -dijo sonriente el guardián nocturno. Y girándose comenzó a andar por un túnel que quedaba escondido entre las rocas, mientras los demás penetraban detrás de él en la oscuridad de nuevo...
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Chapter 17: The masked fighter:
Awlin was about to catch up with the fugitives through the tunnels, when he heard the sound of footsteps coming from another tunnel to the right. There were several people and no, those were not the baby snakes that were still a few meters behind. Had the silver-voiced thing's servants discovered that they had escaped and where they were going? Then, he paid attention and it seemed to him that the first footsteps belonged to someone he knew... But it didn't matter: the hatchlings from the gigantic snake were already visible at the end of that part of the corridor and he had to hurry to warn Frey Kaistos and the others.
He caught up with them immediately... To be more exact, he reached the area where he last detected them: the tunnel widened and gave rise to a kind of room, with different irregularities on the walls. In addition, from the opening through which everyone had entered, two others could be seen: one, covered by a thick wooden door that had a large key opening and two large locks, one at eye level of a normal human and another, more or less at knee height. The dark color of the wood made it practically indistinguishable from the stone around it in the low light of the tunnel.
However, he also detected that there was no light but that somewhere among those irregularities were his friends, including Frey Kaistos, so he went to where he was, found him and hit him on the shoulder as he usually did when he wanted to warn him about something. The man looked towards him and nodded his head. He knew about the snakes... But what about the others who were coming there?
The hissing of the gigantic hatchlings became clearer as they entered that room. Then, some candles that the fugitives had already kept covered projected a beam of light on the babies when they removed the lid they had. The animals noticed the change in clarity but still continued forward.
Only then did they see that the cloaked fighter who had come with them had not hidden. They could see that the figure was standing about three meters from the door guarded by bolts, with a sword drawn in his right hand waiting to attack those two hatchlings with very large mouths with sharp fangs ready to stab any enemy... like, for example, the cloaked fighter. Both hatchlings looked towards that lone figure as they rose as high as they could to begin the attack when everyone could hear the roar coming from the tunnel. The babies, unsure, looked at each other, at which point the cloaked man took advantage and injured one of them with a forceful slash. The other, however, although it had also been wounded, had been much less so: it had suffered just a small superficial wound. But there was still a long way to go to defeat them and they both looked at that figure again and began to descend quickly.
But the cloaked fighter was much faster, he turned and, seeing that they were going to rush to crush him against the door, he leaned against it and clung as best he could to the rather worn iron handle. The force of both caused the door to burst and, when it opened, it was seen that it led to a gigantic internal gorge, of which the bottom could not be seen. It was then that a shower of arrows rained down on the hatchlings. The one who was most injured staggered and ended up falling off the cliff. The other, however, had heard the noise of the arrows, whistling through the air. Although arrows were a new experience, it noticed the danger and dodged them, rushing towards the place where some were hiding. The dog jumped to attack the snake, but it was faster, although, while trying to avoid the dog, it suffered the bite of the owl that flew incessantly around her head.
Prince Erevin, who had jumped to confront the snakes if they turned when the arrows were fired, saw that the cloaked man was hanging from the pommel with only the precipice under his feet. So he lay down on the ground and, pushing the door to return to its previous place, he picked up the cloaked man and brought him to a safe place.
Then Lasánides and the others entered the room. Lasanides saw the prince on the ground, trying to catch the cloaked man and that the snake was getting dangerously close. He ran agilely, while drawing his sword, and approached the beast that was already imagining the succulent feast.
But before the powerful sword of Lasanides, the hatchling had little to do. With one slash, the bald guardian split it in two. Once he verified that it was really dead, he got a little closer and, with the blunt part of the sword, he tried to turn its head around to get a good look at the mouth that had remained under her head. He couldn't, so he got off and tried to turn it around but he just couldn't. Soon, the two novices, Arbil and Eilos, approached and helped him turn it over. While the dogs, Uzi and Uzo, now together, went to sniff the dead body: it was difficult for them to forget the smell.
Slowly, the rest approached. Frey Kaistos observed those creatures carefully and said:
- Yes, there is no doubt: they are snakes from the Anahay desert. This confirms my suspicions," he told Lasánides, "that gigantic snake, judging by its skin, laid eggs. The bad thing is that we don't know how many more he has put in. If my assumptions are true, the liquid in their eggs is poisonous, so I can't help but worry about Tunadros, who opened the egg only because I asked him to.
Everyone was so absorbed in the corpse of the snake that no one noticed the amused expression on Prince Erevin's face: the cloaked fighter was actually cloaked woman and, from the way she fought, it was clear that she had been trained for it. The Prince didn't know her story, but he did know that she was one of the Prayerful. It was getting better by the moment: the adventure promised to be very fun, because the insignia she wore on the cloth that covered her face meant that she had not yet made her vows. Of course, he wasn't going to be the one to reveal the secret because there could be a real reason not to disclose her identity, at least while they were inside the Monastery.
Suddenly, the brother who helped in the library and the laboratory, Narusel, shouted looking through the gap in the door:
-But no one has noticed? This is the old Gärenul Bridge, the bridge that legend has it that, when found, would mark the beginning of a new era. We have tried to search it so many times...
Frey Kaistos had approached the door:
- Well, it seems that the legend was prophetic. But we have to figure out how to get out of the tunnels... because this bridge is useless.
Awlin had hit him on the right shoulder again:
- And soon, because it seems that they are following us - everyone saw that both the owl and the dogs were uneasy. While the humans didn't hear or hear anything yet, it was clear that the animals and Awlin had detected their pursuers.
- There are some paths that only I know -Lassanides said-, although we will have to separate so that it is more difficult for them to find us. But we must move away and reach a tunnel crossing that is almost two km from where we are. Follow me," said the night watchman smiling. And turning around he began to walk through a tunnel that was hidden between the rocks, while the others entered the darkness behind him again...
Pues me ha gustado mucho, aunque no tanto quedarme con las ganas de saber que pasa... Sin duda la leyenda fue profética. Un misterioso e intrigante relato que engancha desde el principio. Me gustó mucho. Un abrazo
ResponderEliminarMuchas gracias, Nuria. Viniendo de ti, es doble elogio. Tengo que seguir con las historias de otros también...
EliminarUn abrazo.
Espero el siguiente capítulo, porque este relato ya es una novela corta 😘
ResponderEliminarA ver si me da tiempo a colgarlo mañana, que va a continuar la historia del caminante y el caballo cambiaformas.
EliminarSigo disfrutando tu relato, Mercedes, y de cómo vas creando un mundo legendario con cada capítulo que añades. Seguiré dejándome sorprender.
ResponderEliminarUn fuerte abrazo :-)
Me alegra que estés disfrutando de él, Miguelángel. Al fin y al cabo para eso se escribe: para el disfrute de los lectores. 😎
EliminarOtro fuerte abrazo de vuelta. 🤗