23 junio 2024

Capítulo XXVII: Los fugitivos salen de los túneles (1)

Foto de Linus Sandvide en Unsplash
Lasánides había decidido no enfrentarse al hombre de la voz plateada y a la serpiente Slissas, que era lo que quería el Príncipe Erevin. Tenía sus razones, pero no era momento de explicárselas y mucho menos al Príncipe: sabía que era valiente, pero era aún joven y esa combinación a veces no daba buenos resultados. El buen militar no sólo sabía cuándo atacar, sino también cuándo no hacerlo: sólo si se tenía una elevada probabilidad de ganar, aplastando al adversario, era posible el ataque. Si no, un enemigo normal cogería prisionero al valiente pero poco razonable atacante y lo torturaría para sacarle información hasta incluso matarlo. Pero el hombre de la voz plateada no era desde luego un "enemigo normal". Si el Príncipe Erevin no se había dado aún cuenta, tendría que abrirle él los ojos pero tendría que hacerlo una vez que tuvieran un lugar pudiera ser defendido lo más fácilmente posible. Esto es, donde pudieran darse explicaciones con la tranquilidad necesaria para que pudiera entender y asimilar lo que se le decía.

Continuaron por los túneles en el silencio que una comitiva así podía mantener. Esa comitiva cada vez era mayor: a las personas del Monasterio que había salvado Lasánides, había que añadir el Príncipe Erevin y la Orante, que seguía siendo "el embozado" para todos los demás, Frey Kaistos, Frey Tinodar, el hermano Jaryon, el comerciante Arturiano, los novicios Arbil y Elios, los perros molosos Uzi y Uzo y el búho mensajero. Y ahora también se les habían unido los duendes del vergel subterráneo. Un poco más adelante los túneles se unían y después volvían a separarse, dejando un área un poco más ancha, que aprovechó Lasánides para dar el alto a toda la comitiva:

- No hemos andado mucho pero sabemos que no nos persiguen por el momento. Falta poco ya para salir fuera y somos muchos, así que debemos esperar aquí a la noche para poder salir sin que nos detecten los guardias del chambelán y cosas peores que sé que han venido. Vamos a hacer tres grupos, cada uno de los cuáles tendrá una misión diferente

Miró al Príncipe Erevin para que este siguiera. Éste se levantó y miró a todos:

- He pensado mucho mientras veníamos hacia acá. Estoy de acuerdo en lo que has dicho -dijo mirando a Lasánides- y creo que los grupos deben tener tres destinos: el primero, irá al Gran Monasterio de Os a decirles lo que ha pasado, aunque debiendo asegurarse de que ellos no han sufrido un ataque parecido; el segundo irá a las cataratas de Naras, donde creo que hay más aliados nuestros que han llamado a una reunión; y el tercero irá a la ciudad costera de Haloren, que son los que tienen un viaje más corto pero creo que más peligroso, porque no sabemos cuál es la situación de ese puerto ni de los barcos de guerra allí estacionados.

Awlin no perdía detalle de lo que ocurría. Por primera vez en muchos años (¿o debería decir siglos?), sentía una mezcla de miedo y excitación por salir de los túneles. Volver a ver los paisajes de la superficie iba a ser maravilloso, pero, por otro lado, para él iba a ser mucho más fácil perderse en esas inmensas extensiones de terreno porque al flotar, era muy fácil desviarse de una determinada ruta. Tendría que pegarse a Frey Kaistos, aunque no sabía si... Entonces miró al monje: estaba triste y preocupado, se le veía en la cara y aún no sabía lo que le había pasado a Tunadros ni tampoco que él recordaba, aunque vagamente, a aquel ser de la voz plateada.

Así que, sorteando al búho (nunca iba a poder entender a ese animal: no sabía si le detectaba o no pero siempre cuando pasaba a su lado miraba hacia donde él pasaba y no sabía si tenía que hacerle algo, pero aquellos ojos, grandes, redondos y con aquella mirada tan intensa, le daban miedo), se aproximó al Frey, que estaba sentado con la espalda apoyada en la roca del túnel. A su lado, estaban los dos novicios, Arbil y Elios, con una cara de entender cada vez menos (lo que no era raro: él tenía mucha más edad y seguía sin entender nada) y Frey Tinodar, cuya cara de enfado iba en aumento conforme pasaban las horas. 

Suavemente, se apoyó en el hombro de Frey Kaistos quien sintió su presencia en su hombro y sufrió un escalofrío. Lasánides, que llevaba observándole con atención desde que se habían reencontrado, había percibido la preocupación cada vez más grande en el alma del monje, no acostumbrado a este tipo de tensiones. Pero fue interrumpido por el orondo jefe duende que, con su eterna pícara sonrisa (¡incluso en aquel momento!), dijo:

- Me parece bien lo que ha dicho el mozo aquí presente. Como ya dije antes, nosotros nos iremos a las cataratas de Naras, porque tenemos allí unos parientes y queremos hablar con ellos sobre lo que ha pasado por aquí. Eso sí, voy a mandar a cuatro de mis duendes con los otros dos grupos: somos pequeños y muchos nos desprecian por ello, a lo que se une que no buscamos pelea y, además, nos encanta la risa y algunas veces nos metemos en problemas por ella. Pero no tenemos mala intención como bien sabéis todos. Ahora bien, todo lo que ha pasado nos perturba -dijo mientras miraba al suelo, mientras su sonrisa se volvía una expresión de dolorida incomprensión-: hemos tenido que dejar una cueva confortable y bonita para irnos hacia un futuro incierto y debemos saber cómo enfrentar esto como duendes. Para ello necesitamos -dijo mirando a Lasánides- entender qué ha pasado y por qué. Creo que hay más cosas de las que vemos a primera vista.

Awlin casi se rió a carcajadas: el jefe duende era mucho más listo de lo que parecía. Entonces se dio cuenta de que estaba pegado al hombro del monje aún y le hizo saber que había visto al ser de la voz plateada y a Slissas y que recordaba al primero: cada vez sentía más que le había visto justo antes de morir y que antes le había conocido bien pero no sabía ya cómo se llamaba. Luego le dijo -en su lenguaje- que había oído a aquel ser decir que la transformación de alguien estaba casi completa y que le iban a usar para perseguirles porque ahora eran fugitivos.

El monje dio un respingo: tenía una gran sospecha sobre quién era el ser transformado pero en el fondo tenía la esperanza de que no se hubiera producido. Lasánides se le acercó aprovechando que el Príncipe Erevin volvía a hablar:

- Está bien, decía en ese momento el Príncipe, necesito que me digáis cómo pensáis que sería mejor distribuirnos: presonalmente, creo que hay que distribuir a los más débiles entre el Monasterio y las cataratas de Naras y yo me ofrezco voluntario para ir al puerto de Haloren.

Lasánides se hizo un hueco al lado del monje y le dijo:

- ¿Necesito saber algo, Frey?

El monje se tapó la cara.

- No sé cómo decirte eso, porque vas a pensar que estoy loco.

- Pruébame, creo que te conozco bastante mejor de lo que piensas, así que no creo que, me digas lo que me digas, vaya a dudar de ello. No después, además, de lo que hemos visto en los últimos días.

El monje miró al frente y dijo:

- Desde que llegué al Monasterio, he sentido la presencia de una entidad totalmente etérea que ni yo mismo sé bien cómo describir

Mientras el Prínicipe continuaba seleccionando a quienes iban a ir a cada sitio: el jefe duende, que se llamaba Dánpidol, había seleccionado a dos duendesas muy jóvenes para ir a Haloren a quienes dio instrucciones muy severas, pero en quienes confiaba de verdad porque no a todo jefe le gustaría ver a dos jovencitas como aquellas en un lugar como un puerto de mar. La Orante no estaba muy de acuerdo: acababan de salir de la adolescencia y los duendes no eran los seres más serios del universo. El Príncipe Erevin la miró y la dijo, riendo divertido:

- No os preocupéis: cuando las manda, sabe lo que hace. Esas chicas van a conseguir que cualquier marino hable con poco que hagan

Pero la Orante no estaba muy de acuerdo y continúo con aquella expresión de enfado por la decisión tomada.

Además, el jefe duende también había elegido a dos duendes jóvenes para ir al Monasterio de Os.

Mientras Lasánides miró al monje y le dijo:

- Tranquilo Frey, puede que no sea muy comunicativo pero yo le he sentido también. ¿Y bien, qué pasa con él?

- No sé cómo puede comunicarse conmigo pero a veces lo hace: me acaba de decir que él vio al ser de "la voz plateada" antes de morir. Pero, si mis cálculos no me fallan, Awlin lleva viviendo aquí desde antes de que yo llegase. Además, me ha dicho que ese ser ha dicho algo sobre que la "transformación de alguien ya estaba llegando a su fin" y que le envía a perseguir a los fugitivos, o sea, a nosotros. Lo primero me está dando una sensación de haber olvidado algo que debía recordar, pero por más que me esfuerzo no lo recuerdo -dijo mientras se cubría la cara con las manos con desesperación- Lo segundo me preocupa terriblemente, porque no sé qué ha pasado con Tunadros. Tendríamos que estar alertas porque no quiero que lo mate alguien pensando que ...

Lasánides sonrió:

- Tranquilo, Frey. Nadie va a matar a Tunadros, salvo que ya no sea Tunadros. Y dudo mucho que nos ataque si sigue siéndolo. Y respecto a lo primero, tendremos que tener paciencia: las cosas a veces van más lentas de lo que querríamos. Necesitas beber agua y dormir: estás demasiado cansado - dijo mientras se levantaba para ir donde estaba Erevin, pero se volvió y le dijo - Te he obedecido mientras me has estado cuidando. Ahora me vas a tener que obedecer porque nos queda mucho camino que recorrer y necesitamos estar descansados y frescos - sonrió de nuevo.

Mientras Lasánides dejaba a Frey Kaistos pensativo, con Awlin en el hombro derecho, el Príncipe continuaba haciendo los preparativos para salir de los túneles. Los dos molosos seguían tranquilamente en silencio tumbados y el búho había cerrado los ojos y parecía dormido. Awlin los miró pero no confiaba en que el búho se hubiera realmente dormido... 

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2 comentarios:

  1. Estupendo capítulo, Mercedes.
    Comienzan a organizarse para retomar el poder que les ha sido usurpado. Sigo con interés el desarrollo de la trama.
    Un fuerte abrazo :-)

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    Respuestas
    1. Les queda un poco para recuperar su vida anterior. Aparte las personas muertas, asesinadas o con problemas son difíciles, cuando no imposibles de recuperar. 🤔
      Otro abrazo. 🤗

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